La postura Qigong está considerada en sí misma un sistema de Qigong.
Todas las técnicas de Qigong están basadas en esta postura y sus principios posturales deben mantenerse, en la medida de lo posible, durante toda la práctica. Una postura correcta mejora la relajación, la respiración y el flujo energético. La columna debe sentirse elongada y libre, los hombros relajados, los codos, las rodillas y los dedos, ligeramente doblados, sin tensar. Las manos caen confortablemente a los lados. Los pies paralelos, separados al ancho de los hombros y las plantas de los pies en contacto con el suelo por igual. El abdomen y el plexo solar relajados, dejando que la respiración sea regular, tranquila y profunda.
Esta postura de pie permite más libertad respiratoria, puesto que deja espacio para el movimiento de los pulmones, el diafragma y el abdomen. El cuerpo permanece relajado, la mente atenta. Hay que utilizar tan sólo la tensión necesaria y estar alerta con el entorno. Es una relajación activa. Las articulaciones deben estar relajadas. Hombros, codos, caderas y rodillas, relajadas. Las muñecas, sueltas. La columna, elongada, dejando espacio entre las vértebras.
Si las articulaciones están tensas, los músculos estarán contraídos posibilitando la irritación y la inflamación de los huesos, dañándose también, los cartílagos. En Qigong, las articulaciones se consideran puentes que permiten el paso del Qi. Relajar y soltar las articulaciones ayuda a que el Qi fluya por todo el cuerpo.
Los músculos del cuello deben estar relajados, permitiendo que la cabeza esté equilibrada y ligera sobre los hombros. Si el cuello está tenso, la energía no puede alcanzar la cabeza. La tensión acumulada en las cervicales, así como una mala alineación del tronco, obstaculiza el flujo de Qi y de sangre hacia la cabeza, provocando cefáleas, tensión ocular y dispersión mental. La cabeza debe sentirse perfectamente alineada y suspendida, como si pendiese de un hilo. La barbilla, no debe levantarse ni tampoco bajarla hacia el pecho; los ojos relajados y la mirada, hacia el horizonte, sin fijarla en un punto en concreto. La imagen de suspender la cabeza y elongar la columna, es una manera de crear espacio en el cuerpo para respirar libremente y contrarrestar también, la tendencia natural de acortarse, debido al efecto que la fuerza de la gravedad ejerce sobre el cuerpo.
La punta de la lengua toca el paladar superior, sin tensar mandíbula ni apretar los labios. Este gesto genera saliva, evitando la sequedad de la boca y la garganta. De otro lado, se unen dos de los canales Yin y Yang más principales, cerrando un importante circuito energético.
La columna debe estar estirada, sin tensión, percibiendo como se elonga hacia arriba desde la coronilla que se estira hacia el cielo, y hacia abajo desde el cóccix que se hunde en la tierra. Una columna centrada y estable permite reequilibrar el edificio corporal permitiendo una postura erguida sin tensiones musculares. De un lado, el peso recaerá uniformemente sobre las plantas de los pies, aumentando la conexión con el Qi Yin de la tierra y, de otro, el Qi ascenderá libremente por la columna hacia la cabeza. Los hombros deben estar bajos, alejados de las orejas y hay que evitar comprimirlos hacia delante o tirar de ellos hacia atrás. Los brazos deben colgar de los hombros, manteniendo los codos, las muñecas y los dedos de las manos, relajados.
No se debe hinchar el pecho ni tampoco hundirlo hacia dentro. Si la columna se elonga naturalmente, sin provocar tensión en la espalda, el pecho no estará ni cóncavo ni convexo, simplemente, relajado. Soltar las ingles permitirá que las caderas se relajen y que el cóccix se proyecte hacia el suelo. Este gesto permite relajar las vértebras lumbares y abrir el Mingmen (Puerta de la Vida), así como tomar consciencia del Dan tian, ya que al relajar la cintura abdominal y las caderas, el abdomen desciende y se relaja.
El peso del cuerpo se hunde a través de los piés hacia el suelo. La respiración también se hunde, bajando el centro de gravedad hacia el centro del cuerpo y el Dan tian se expande. La respiración abdominal, profunda, estimula el Dan tian acumulándose una mayor reserva de Qi que genera una sensación de plenitud y de fuerza interior.
Con la práctica, poco a poco, todos los principios de la postura se integran en el cuerpo creando una sensación de equilibrio, comodidad y arraigo, permitiendo que el Qi fluya libremente y que la mente se aquiete.
Celia Sánchez
Profesora de Qigong