La primavera nace de la energía expansiva Yang, una fuerza que genera el inicio del ciclo; todo, después del reposo invernal, renace. Esta fuerza expansiva, generadora, simbolizada por el elemento madera, también se expresa en nuestro interior. Con la llegada de la primavera abrazamos de buen grado la luz, los días más templados; tenemos ganas de salir y que nos de el sol y el aire; de vestir con ropa más ligera y sentir nuevamente la brisa en nuestros brazos.
Desde antiguo, en primavera se abrían las ventanas dejando que corriera el aire por la casa después del cierre requerido por los fríos invernales; era época de pintar, de limpiar a fondo y de deshacerse de los trastos inútiles. En el campo, la tierra se preparaba para la siembra…, todo indicaba el inicio del nuevo ciclo. La primavera pues, es buen momento para los cambios, para renovarse, para iniciar proyectos; la energía de la madera nos procura el empuje necesario.
En nuestro organismo ocurre algo similar; durante el invierno hemos estado más recogidos, protegiéndonos del frío y la humedad; alimentándonos con productos más calóricos, que calientan el organismo y procuran la grasa necesaria para que el calor no se escape. Ahora, las necesidades fisiológicas han cambiado y el organismo debe adaptarse poco a poco, provocando amenudo ciertos desarreglos un tanto incómodos.
Para ayudar a nuestro organismo en esta transición, es aconsejable movilizar la energía acumulada durante el invierno y para ello, hay que cambiar hábitos y adaptarlos a las nuevas necesidades. Para deshacernos de las grasas acumuladas durante el invierno, alimentos más ligeros que ayuden al organismo a depurarse; también se recomienda hacer una depuración centrada principalmente en el hígado y vesícula biliar, órganos que, desde la Medicina Traidicional China, en esta época están más activos y, por tanto, más susceptibles de provocar desarreglos.
La madera rige al hígado y a la vesícula biliar, así como al sistema locomotor, a los ojos, a los tendones y las uñas. La emoción relacionada con la madera es la ira; el color, verde y el sabor, el ácido. Puesto que el hígado controla la reserva de sangre, rige los tendones y el movimiento en general, es ahora, en primavera, cuando nos sentimos cansados, con dolores musculares. La depresión, la ansiedad o la irascibilidad son también, síntomas de un desarreglo de la energía de la Madera; y los ojos como “ventanas del hígado”, padecen de sequedad provocando lagrimeo excesivo.
Todos estos síntomas son expresiones patológicas de la Madera que podemos minimizar con la alimentación, un poco de depuración y algo de ejercicio físico. Desde aquí se recomienda la práctica del Qigong, a ser posible en la naturaleza, pues basándose en los mismos principios que la Medicina Tradicional China, el Qigong ofrece trabajos específicos para fortalecer y equilibrar las energías del hígado y vesícula biliar en primavera.
Celia Sánchez,
Profesora de Qigong